La Ley de Educación Obligatoria nació con la intención de que, en los tiempos de Maricastaña, los padres no pusieran a trabajar a los mozos con 12 años en el campo para el resto de su vida, amén de otras labores. Pero una vez caducada esa costumbre, la situación cambia, y aparecen nuevas opciones.
El que una familia decida no escolarizar a su hijo no es ilegal, siempre y cuando le proporcionen una educación competente en el hogar. Un colegio de calidad con buenas equipaciones puede que no sea el que queda más cerca de casa, y tener a los niños en el domicilio resuelve los problemas del transporte: gastos, tiempo y peligro.
La elección de un centro de enseñanza además, puede repercutir incluso en la elección del lugar en que decidamos instalar nuestro hogar (la misma tarea ardua que se presenta cuando nos buscamos un trabajo). Y un entorno urbano puede ser poco apropiado para los chavales.
Además, el sistema educativo tiene conocidas brechas en su supuesta eficacia. En casa puede recibir una educación individual adaptada a las demandas del niño y de su futuro laboral. Las asignaturas que prefiera, y las actividades más prácticas. ¿Por qué en el sistema oficial de educación, 30 alumnos por clase tienen que aprender las lecciones a la fuerza, y sin llegar a veces a comprender qué están memorizando? Por si fuera poco, están obligados a aprender las lecciones de un sistema educativo |
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partidario que varía con el cambio de Presidente, e incluso entre las comunidades autónomas de un mismo país.
El gobierno defiende la escolarización en un centro oficial argumentando que los niños deben ser socializados. Pero, ¿no hay otros medios? ¿Es su colegio el único sitio posible? Organizar actividades extraescolares con otros chavales y sus familias es viable. Y es que los niños tienen derechos. Uno de ellos es el de tener tiempo libre y poder jugar libremente en casa en compañía de sus seres queridos. Y otro es el de ser cuidados y respetados por aquellos “extraños” a quienes los dejamos al cuidado durante todo el día. Porque, desde luego, en ese caso no podemos estar nosotros.
¿Quién está ahí cuando el chico cae al suelo? ¿Quién lo protege cuando siente miedo ante las miradas de los demás? ¿Quién está con él cuando un desgraciado lo insulta? ¿Y cómo le digo lo que hacer cuando le inculcan valores distintos a los de mi doctrina y la de mi familia?
Porque así es, queda expuesto al resto del mundo. No me extrañe que un día saliera de excursión al campo y por negligencia de sus tutores se perdiera, o solo o con algún energúmeno a hacer gamberradas, no sé qué es peor. Que no lo vigilaran por la noche y lo llevaran a espiar la cabaña de las chicas unos compañeros frescos y maleducados. O que pierda o le roben algo, y se enzarce en una pelea por defender su respeto propio. |
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Puede que haga novillos y se vaya debajo de un puente a poner piedras en la vía del tren y experimentar la desobediencia. Y que luego se vuelva a solas desde la escuela, sin compañía que lo proteja y salve de la soledad con uno mismo, y del reflujo de pensamientos propios.
Que haya en su clase un compañero infame, que fomente su odio y competencia, y se haga daño consiguiendo correr más que él en gimnasia. Incluso puede meterse en líos por defender a un amigo, o a una amiga…
Quizá copie en un examen ingeniándose una chuleta en la que quepa todo el tema, tirando por los suelos semanas de clase. Y que un día que sí haya estudiado duramente demostrándose a sí mismo su valía y capacidad, le espete cabrón a su profesor (al que un día llegó a respetar), por haberle puesto un cero por sospechoso por la chuleta anterior, y lo castiguen injusta y severamente.
Cabrón… A mí no me lo diría, porque contra mí nunca tendrá que luchar. Ni valerse por sí mismo ante el resto del mundo. Sería una pérdida de tiempo educarlo acerca de cómo enfrentarse a él, si yo puedo descubrírselo a mi manera.
Así pues, exijo mi derecho a criar un inútil marginal en mi casa, que sepa cinco idiomas, tocar la guitarra y resolver raíces cuadradas.
(INTENTABA SER SARCÁSTICO). |
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